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ARGENTINA,

EL TRISTE FINAL DE UNA IZQUIERDA SIN IDEALES

Dr. Hugo SALINAS GONZÁLEZ
hugosalinasgonzalez@gmail.com

Para mostrar el error de la “izquierda” en la interpretación y solución de los problemas socio-económicos, y que tiene graves consecuencias en el comportamiento y sufrimiento de los pueblos, mostraremos el caso de la República Argentina. No es el único, por cierto, en el transcurso del siglo pasado y del presente.

Lo trágico del asunto es que, en la aplicación de medidas políticas para resolver los problemas socio-económicos tales como pobreza, desempleo, educación, salud, transporte y otros, los gobiernos de izquierda pervierten el comportamiento de la población en lugar de enseñarla la correcta senda de la solución. Y lo más lamentable es que persisten en el error y alimentan una gran corrupción.

Dos explicaciones. La primera, es un hábito ya bien instalado en la izquierda el de buscar a toda costa ser elegido gobernante del país, sin antes haberse bien preparado en la interpretación de la problemática, así como el de contar con el equipo técnico que asesorará la puesta en marcha de la alternativa de solución en un proceso de Transformación. Esta forma de actuar conduce a que cualquier “hijo del pueblo” pueda ser Presidente. Basta que consiga adherentes a su partido político.

La segunda explicación consiste en un craso error de pensar que el problema de la pobreza, el desempleo y, en general, los problemas de sociedad, son un asunto monetario. Y que, por lo tanto, bastará incrementar los salarios, los salarios mínimos por excelencia; aumentar algunos puestos de trabajo, de la administración pública por excelencia; e implementar programas de asistencialismo a los sectores de la población los menos protegidos, etc.

Y para conseguir este objetivo, los gobernantes de la izquierda no tienen otra mejor herramienta que utilizar los fondos públicos que les prodiga el Presupuesto Público del país. Bien sabemos que los fondos públicos tienen un límite, tanto más en tiempos de neo-liberalismo, en donde la caja fiscal lo han reducido al mínimo.

Entonces, ante los problemas de sociedad, según la izquierda, no nos queda que dos caminos. En primera instancia tomar la decisión de emitir ayudas financieras para paliar problemas como el del hambre, salud, educación, etc. El resultado inmediato es el incremento del déficit fiscal.

Luego, como la situación es desesperada, y en tiempos de crisis o de pandemia como el Covid, por ejemplo, los gobiernos de izquierda están “obligados” a recurrir a los préstamos nacionales e internacionales. La Deuda pública explosiona. Y, para colmo, estos mismos gobiernos de izquierda se esmeran en otorgar más y nuevas ayudas financieras a fin de conservar su influencia electoral.

No se requiere ser analista financiero para darse cuenta que la situación fiscal del país se encuentra en un callejón sin salida. Y si a ello, se le agrega la alta y mediana corrupción, en la cual viven sus líderes y sus partidos políticos de izquierda, no es nada raro ver que el país ingresa en una quiebra económica, moral y de confianza a sus dirigentes. En estos casos, igualmente, no es nada raro ver que los pueblos en su desesperación elijan a un Milei en tiempos modernos o a un Hitler en la historia de la Civilización Occidental.

Y todo ello, por una mala percepción de los elementos de la actividad socio-económica. Para comenzar tenemos, por un lado, a la dinámica de una economía de mercado y el rol de cada uno de sus elementos y, por otro lado, debemos saber quienes son aquellos que se apropian la casi totalidad del resultado de la actividad económica generado por todo el pueblo. Dicho de otro modo, ser consciente de cuál es el tipo de repartición de la totalidad del valor agregado por el pueblo durante un ejercicio económico.

En el caso de la dinámica de una economía de mercado tomemos a uno de sus elementos fundamentales. Se trata del precio de los bienes y servicios económicos. En una economía de mercado no se puede distribuir bienes y servicios económicos como si fuéramos un Papá Noel, en donde no hay ninguna preocupación, primero, porque cada bien y servicio tiene un precio y, segundo, la caja fiscal no es ilimitada.

De otra manera, una racional gestión de la actividad económica indica que no se puede gastar más allá del monto del Resultado Neto de la actividad económica, de sus expectativas de crecimiento (o decrecimiento) y de las reservas monetarias con el que cuenta el país. Si se desconoce estas reglas básicas, más temprano que tarde, nos encontraremos en una crisis financiera, económica y, por consiguiente, social.

Luego, es tiempo de comprender que los males de sociedad como la pobreza, desempleo, salud, educación, transporte, etc., se encuentra en el tipo de repartición de la totalidad de riquezas que crea un pueblo. Mientras no se haya cambiado el tipo de repartición de la riqueza creada durante un ejercicio económico, no habrá, como no lo ha habido en estos cinco siglos de supervivencia, un bienestar general permanente por las décadas y siglos a venir.

En la ocurrencia, en todo el desarrollo del sistema capitalista, la casi totalidad de la riqueza creada por el pueblo es apropiada por un reducido número de familias a través de sus empresas. Esto hace que, por un lado, “la población” siempre estará en pobreza mientras dure este mecanismo de repartición de la riqueza creada y, por otro lado, la izquierda debe cesar de aplicar impuestos que solamente son pagados por el pueblo y en muy reducida escala por quienes se apropian la casi totalidad del valor agregado por ese pueblo en sufrimiento.

En resumen, la izquierda se ha encargado, por un lado, malgastar los fondos públicos además de enriquecerse en muchos casos y, por otro lado, de embrutecer al pueblo en lugar de enseñarle a gestionar empresarialmente sus bienes comunes.

Vivimos desde hace varios siglos en una economía de mercado en donde el precio de los bienes y servicios económicos facilita los intercambios. No respetarlo, como es el hecho de otorgar ayudas financieras a diestra y siniestra, no hace más que cavar la tumba de los pobres en lugar de sacarlos del hoyo.

¿Y cómo resolver este callejón sin salida en donde los “pobres” no cuentan con recursos monetarios suficientes para satisfacer sus necesidades básicas de existencia, mientras que otros, sin mayor esfuerzo, acumulan la casi totalidad del valor agregado precisamente por esos “pobres” que no reciben el fruto de su trabajo?

La solución cae por su propio peso aún cuando la izquierda hace todo para no encontrar la salida.

Y de lo que se trata, simple y llanamente, es el de instalar un nuevo modelo socio-económico en donde sus mecanismos hagan, de una manera automática y sin intervención de los políticos, que la totalidad del valor agregado y generado por el pueblo, vuelva en su integridad, y en partes más o menos iguales, hacia la totalidad de la población que lo creó, Este será el sólido cimiento de la nueva Civilización que estamos construyendo.

Y no hay otra salida que aquella en la que el pueblo debe crear y desarrollar sus propias empresas (las llamadas empresas-país) para mejor gestionar sus propios bienes comunes. Empresas-país que deben crecer, tanto en número como en tamaño, para eliminar rápidamente el desempleo y hacer crecer aceleradamente el salario mínimo, ante tanta desigualdad monetaria y en stocks, agravada por los cinco siglos de dominación y extorsión realizada por un pequeño número de familias quienes lo acumulan todo.

Francia, Saint-Nazaire 18 de abril del 2024



 

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